El reloj de sobremesa Atmos Hermès, fruto de la
colaboración entre Hermès, Jaeger-LeCoultre y la cristalería Saint-Louis, nos
demuestra que el tiempo es un aliado, pues gracias a él estas tres casas han
podido aportar su maestría para crear, en una edición limitada de 176
ejemplares, este reloj de cristal que debe su funcionamiento al aire del
tiempo.
Juegos
de transparencia y opalescencia, asociación de cristal y metal, unión de arte y
artesanía para conjugar el rigor del metal y la fragilidad del cristal; así
nace el reloj sobremesa Atmos Hermès. Lo inmaterial cobra forma, y esa forma
establece un fuerte vínculo entre el hombre, su entorno y algo sobre lo que
siempre se ha interrogado: el tiempo.
Encuentros
del tiempo.
Un savoir faire perpetuado durante décadas, el gusto por
la innovación y la filosofía de la exigencia son los valores que han convergido
al reunirse estas tres casas en torno al reloj de sobremesa Atmos Hermès.
Está, en primer lugar, el tiempo entendido como una
cuestión indisociable de la fabricación artesanal, eso que algunos denominan
«el buen hacer». La extraordinaria esfera de cristal alberga un calibre único, casi
perpetuo, diseñado por la manufactura Jaeger-lecoultre. El mecanismo del reloj
de sobremesa Atmos llama la atención desde 1928 por su forma de funcionamiento,
que se sale de lo corriente por no necesitar pila, electricidad, ni cuerda. Es
un reloj que, mediante un asombroso sistema, vive del aire del tiempo. Una
mezcla gaseosa, aprisionada en una cápsula herméticamente cerrada, se dilata
cuando la temperatura sube y se contrae cuando baja. La cápsula, unida al
muelle de arrastre del reloj, funciona como un fuelle y permite remontar el
calibre de manera constante. Es tan sumamente sensible que una variación de un
grado basta para darle autonomía de funcionamiento durante 48 horas. El volante
solo oscila dos veces por minuto, en lugar de las trescientas de media de un
reloj de pulsera clásico, que consume doscientas cincuenta veces más energía que
un reloj de sobremesa Atmos. Los 190 componentes de esta ingeniosa construcción
se ensamblan, con gran precisión, en la propia manufactura.
Con su exigente enfoque artesanal, Hermès ha confiado a la
cristalería Saint-Louis la fabricación del extraordinario envoltorio de este
reloj de sobremesa: un globo fabricado con la técnica del doblado, que consiste
en superponer capas de cristal, una de las cuales es de color. En la cristalería
Saint-Louis, únicamente seis maestros cristaleros poseen la experiencia y capacidad
necesarias para hacerlo.
Tiempo
de encuentros
En 1837, Thierry Hermès, guarnicionero, se instaló en París.
Desde entonces, la casa no ha dejado de crecer y desarrollarse, y en la
actualidad engloba catorce oficios: marroquinería y guarnicionería; seda
masculina y femenina; moda hombre y mujer; perfumería; papelería; sombrerería; calzado;
guantería; esmalte; hogar; mesa; joyería y relojería.
Los primeros relojes de Hermès se presentaron en la tienda
del 24, faubourg Saint-Honoré, en 1928. La casa estampó su firma en guarda
tiempos realizados con la colaboración de los nombres más respetados de la
relojería suiza, entre ellos Jaeger-LeCoultre, que más tarde dotó a los relojes
de sobremesa de Hermès con su movimiento Atmos. En 1978 se crearon los talleres
de la montre Hermès en Suiza y, con ellos, se afirmaron en la casa el gusto por
la exigencia y la pasión por la precisión, que en 2012 le permitieron presentar
sus primeros modelos equipados con calibres de manufactura propia.
En una época en que la relojería suiza estaba estructurada
en pequeños talleres montados en casas familiares, Antoine LeCoultre y su hijo
Elie decidieron reunir los diversos oficios de la fabricación de relojes bajo
un mismo techo. Fue así como LeCoultre se convirtió en la primera manufactura
del valle de Joux. En la actualidad da cabida a los más de ciento ochenta
savoir faire que precisa el diseño y la confección integral de los guarda
tiempos de mayor prestigio. En una búsqueda perpetua de la excelencia, y con la
constante promoción de una inventiva única, Jaeger-LeCoultre prosigue, en una
sucesión de creaciones extraordinarias, la tradición de las grandes complicaciones
confeccionadas en la manufactura: Atmos mystérieuse (2003), Gyrotourbillon 1 (2004),
Reverso grande complication à triptyque (2006), Master Compressor Extreme Lab 1
(2007), Reverso Gyrotourbillon 2 (2008), Duomètre à Grande Sonnerie (2009),
Master Grande Tradition Grande Complication (2010), Reverso Répétition Minutes à
Rideau (2011), Duomètre sphérotourbillon (2012).
De la invención al redescubrimiento, de la técnica a la
creación artística, la cristalería Saint-Louis produce cristal desde 1586.
Cristal de filigrana, coloreado en la masa o prensado, cristal soplado con la
boca, tallado, grabado y decorado a mano, opalina de cristal y cristal doblado
e incluso triplicado… cada pieza es la obra de un maestro cristalero y de un
maestro tallador, poseedores de un savoir faire indiscutible: la capacidad de
dominar un material incomparable, denso y límpido, sonoro y luminoso, que nace
de una bola de fuego y del soplo del hombre. La cristalería Saint-Louis forma
parte de la casa Hermès desde 1989.
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